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cial news
vender.” Creo que esa fue una de las claves que hicieron
que no solamente nosotros sino todo el país saliera de esa
situación. Y, por otro lado, tenemos muy claro que hay que
respetar a los clientes y a los proveedores. Cuando no se
sabía qué precios tenían los productos, seguíamos vendien-
do, no especulábamos. Y mi padre también nos transmitió
el ser ordenados con los proveedores. En ese momento,
teníamos compromisos que de buenas a primeras no se
sabía de qué monto eran. No había más crédito ni dinero
en plaza y los bancos te demandaban las deudas al igual
que algunas empresas. Pero creo que el hecho de ser con-
fi ables con nuestros proveedores nos permitió resolver el
problema fi nanciero en dos meses.
D:
En esos momentos también se ve quiénes son amigos, y
quiénes no. Muchos proveedores no se portaron bien, pero
la gran mayoría actuó de manera correcta. Desde que me
hice cargo en el ’69, siempre les dije a mis hijos que cui-
daran el crédito, que es lo más valioso que puede tener
un negocio. Y eso lo seguimos conservando porque tener
la confi anza del proveedor para que te baje la mercadería
es un lujo.
Para Pablo la crisis de 2001 fue la “frutilla del postre” de
lo que se inició durante la década anterior, y ese estallido
que cobró la vida de personas también trajo confl ictos
económicos y problemas sociales que hoy, según él, se
ven a la hora de encontrar personal adecuado y motivado
para el trabajo.
Daniel considera que una empresa “está hecha con hom-
bres”, y son valores muy genuinos los que desde su rol
de empleadores intentan transmitir a través de la “cultura
Peluffo”.
P:
Cuando nosotros incorporamos una persona nueva, lo
difícil es transmitir esto que tiene que ver con la honestidad,
el respeto, la confi abilidad y la coherencia con los clientes,
los compañeros y los proveedores.
D:
Y todo eso fue haciendo camino a lo largo de los años
pero me fui dando cuenta de que, en este último tiempo
y de forma acelerada, Peluffo dejó de ser una librería de
barrio. Hay una gran cantidad de clientes que nos valoran
permanentemente por la atención y el servicio, porque nos
preocupamos para que sean bien atendidos y disfruten de
venir a comprar a un lugar estéticamente agradable.
P:
Es que hemos trabajado mucho en estos aspectos: en
mejorar la exhibición de la mercadería, en cómo asociar
productos y darles un sentido. En lo cotidiano, hay todo
un esfuerzo también para motivar a los vendedores por-
que también pasa que hay clientes que vienen bien pero
otros están cruzados.
D:
Me llama la atención que la gente que se muda a los
countries viene igual a Peluffo a comprar. Me dicen que
no consiguen nada y ese es un tema preocupante porque
signifi ca que no hay librerías con variedad de productos.
Para nosotros, la combinación de libros y papelería es muy
importante para la época escolar, porque el que viene a
comprar papelería también pregunta por los textos, o vice-
versa. Desde hace unos años, incorporamos idiomas y hoy
contamos con cantidad de ejemplares como en cualquier
otra librería especializada.
¿Cómo es la planifi cación de las metas para continuar
creciendo?
D:
Creo que es por el olfato. En el caso de la incorporación
de los artículos de informática, fue cuando Gabriel, uno de
mis hermanos, comentó que teníamos que incorporar un
HP 626 (uno de los primeros cartuchos) y disquetes
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¼
;
y eran productos caros en comparación con el resto. Dijo
que teníamos que probar; que en algún momento se iban
a vender. Y hoy los productos tecnológicos son una par-
te importante de nuestro negocio, donde trabajamos con
insumos de primeras marcas, no alternativos. Obviamente
uno comete errores y va mejorando. Ahora: si te diste cuen-
ta tarde, te cuesta mucho crecer.
¿Qué otras modifi caciones trajo la nueva generación
que ingresó en los 90?
D:
Las de la tecnología fueron fundamentales: con los más
jóvenes entró la computadora como herramienta de trabajo
y eso nos hizo avanzar considerablemente.
P:
Cuando empecé a trabajar, en el ’89, los libros contables
y la facturación se hacían a mano, no había descripción de
lo que se vendía. A partir de un colega que se había puesto
una computadora y nos insistía, comenzamos en el ’94 a
cargar los productos en una máquina, aunque no sabíamos
1913.
Interior del local de la
A
v.
Corrientes.
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